Los autónomos se enfrentan a uno de los otoños de mayor incertidumbre de su historia. El verano ha sido el más flojo en muchas décadas, con una caída de la actividad que, para más de 1 millón y medio de trabajadores ha sido superior al 60 por ciento, según datos de la Federación de Trabajadores Autónomos (ATA).
Ahora, la segunda ola de la covid-19 ya es un hecho, y la sombra de un nuevo confinamiento que paralice total o parcialmente la economía planea sobre las pymes y los autónomos, lo cual sería devastador para sus ya maltrechos balances empresariales.
A todo ello se le suma la falta de acuerdo entre Gobierno y agentes sociales en torno a los ERTE y el cese de actividad. El 76 por ciento de los autónomos piden la prolongación de la prestación extraordinaria por cese de actividad, y hasta el 60 por ciento también la prolongación de los ERTE, según los datos del último Barómetro de ATA.
UPTA, por su parte, ha asegurado que la covid-19 sigue sin dar tregua y la economía no remonta, y prevén una temporada de otoño-invierno muy difícil si no se prorrogan las ayudas y se aumentan las partidas al menos hasta 2021. Por ello, han solicitado ayudas, bajadas de impuestos y, en consecuencia, liquidez.
El pesimismo y la incertidumbre es la tónica general. Uno de cada tres autónomos, en torno a medio millón de trabajadores, prevén disminuir la plantilla en este año, y uno de cada tres asegura sufrir la morosidad en su día a día.
Un panorama negro que anticipa una temporada más que difícil para los negocios de nuestro país.
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